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Las mujeres portadoras deberían recibir consejo genético sobre los riesgos de tener un hijo afectado tanto en los embarazos planificados como en los no planificados. Deben conocer el chance de transmitir hemofilia al 50% de sus hijos, las consecuencias según el sexo, cómo se trata la hemofilia, los cuidados durante el embarazo y parto, así como las opciones de anticoncepción, pruebas de diagnóstico prenatal y determinación del sexo.

Ellas deberán ser evaluadas durante su embarazo por un obstetra especialista en altos riesgo desde que se sospeche del embarazo. Este obstetra deberá trabajar como parte del equipo multidisciplinario de atención de hemofilia para proveer a la madre de los cuidados necesarios y prepararla para el cese del embarazo de una forma planificada, minimizando posibles complicaciones tanto para la madre como para el recién nacido. Se recomienda en general parto vaginal no prolongados y evitando complicaciones.

La mayoría de las portadoras tienen embarazos normales sin mayores complicaciones por sangrado en parte porque los niveles de FVIII se incrementan durante el embarazo reduciendo el riesgo de sangrado. Sin embargo, en las portadoras de hemofilia B, generalmente los niveles de FIX no se modifican de forma significativa, de modo que no parece haber un relacionamiento entre hemofilia y pérdidas fetales (aborto).

Se recomienda a las embarazadas portadoras realizarse una prueba de niveles de FVIII o FIX durante el tercer trimestre de embarazo para tomar precauciones a la hora del parto.